La adolescencia es una etapa especial de la vida, en la que no necesariamente tienen que aparecer problemas, pero en cualquier caso, no está carente de dificultades y de grandes cambios. Es una de las etapas mas convulsa del desarrollo humano, que se caracteriza por cambios continuos tanto a nivel físico como psíquico y que llevan a los adolescentes a querer sentirse como los adultos en los que se están convirtiendo, pero sin tener verdadera conciencia de los riesgos que corren, como los niño que eran hasta entonces. Esta confusa situación lleva a los adolescentes a adoptar conductas de riesgo, para experimentar nuevas sensaciones como las que han visto en los adultos y buscar conseguir alcanzar una identidad clara. Por lo tanto, es esta en la que debemos realizar nuestra mayor actuación.
Aunque el inicio y mantenimiento del consumo de alcohol depende de varios factores, el más importante, sin duda, es la influencia del entorno, destacando el papel de la familia y del grupo de iguales.
Especialmente en este rango de edad, es bastante común que se utilice el consumo de alcohol como medio socializador que facilita la aceptación e integración en un grupo de iguales, ya que para ellos es fundamental ser reconocidos/as como miembros valorados dentro de su grupo.
El grupo de iguales aporta una gran seguridad y apoyo al adolescente en esta transición hacia la vida adulta, ya que es el núcleo donde se crearán y compartirán nuevos intereses y valores. Sin embargo, en algunas ocasiones, puede ejercer una influencia negativa en el caso de que los miembros del grupo actúen como modelos rígidos a seguir, coartando la libre toma de decisiones.
Entre otros de los principales motivos para iniciar el consumo a estas edades, se encuentran la evasión ante las dificultades, la desinhibición, facilitar la comunicación con los demás o el placer de beber, entre otras.
A estas edades es muy frecuente el consumo en forma de “atracón” o “Binge drinking”, episodio de consumo intensivo en el que una persona ingiere cinco o más bebidas alcohólicas en un corto periodo de tiempo. Este hecho aumenta la posibilidad de que el/la adolescente sufra una intoxicación etílica, como resultado de la ingestión de una gran cantidad de alcohol. Además, como se ha comentado
anteriormente, esta forma de consumo se asocia a un mayor uso de drogas ilegales.
Según ESTUDES, el 43% de los estudiantes de 16 años y la mitad de los de 17, han realizado este tipo de consumo en el último mes.
Actualmente los/las jóvenes buscan sobre todo, los efectos del alcohol a corto plazo, de ahí que aparezcan los atracones de alcohol antes comentados y las nuevas formas de consumo: tampodka, eyeballing o alcohol en polvo, entre otras.
En estas circunstancias es especialmente importante llevar a cabo una acción preventiva exhaustiva, adecuada e integral, haciendo especial hincapié en este rango de edad, ya que es el momento en el que se suele producir el primer contacto con el consumo de sustancias. Estas actuaciones deben ir enfocadas no sólo a transmitir los peligros del consumo de drogas legales e ilegales, sino ayudar a los/las adolescentes, como población de especial riesgo, al desarrollo de habilidades sociales adecuadas que les permitan sentirse integrados y desarrollar una autoestima suficiente que haga innecesario el “refugiarse” en el consumo de alcohol o drogas para sentirse integrado/a socialmente en su grupo.
El conflicto entre la necesidad de pertenecer a un grupo y la necesidad de ser visto como único e individual es la lucha dominante de la adolescencia. (Jeanne Elium)
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